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Bienvenido a la ciudad de Éadrom, donde la alianza entre humanos y seres sobrenaturales se hace cada vez más fuerte y posible ¿O no?
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Cubierta por un manto de protección, la también llamada "Ciudad de la Luz" sirve de hogar para muchos que aún lo creen posible, otorgándole educación a las jóvenes promesas sin importar su raza en uno de los institutos más grandes de todo Japón: el Instituto Takemori.




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Gatos y presentación (priv. Amadeo)
ADVERTENCIA
El siguiente tema puede contener: Violencia, lenguaje ofensivo, contenido sexual. No es apto para niños
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El día se veía despejado, apenas el sol comenzaba a elevarse en el cielo, comenzaba a moverse los vehículos y la gente a caminar por las calles para irse a sus trabajos o escuela, Felicia miraba aquel paisaje y mientras pasaban unos pájaros volando comenzó a rugirle el estómago y decidió comer en un pequeño local de tortas, escogió de milanesa, el olor de la carne empanizada friéndose en el aceite era delicioso a su paladar, el bolillo crujiente era cortado longitudinalmente para posteriormente ponerle los condimentos y la carne lista en tiras, jitomate, cebolla, aguacate, lechuga y le dieron la mostaza, mayonesa y cátchup para poner a su gusto, “tenía que ser un local mexicano” pensaría mucha gente. Una vez pagada la comida comenzó a caminar por la calle y un par de gatas platicaron, Felicia entendía muy bien el idioma y aunque no siempre prestaba atención aquello le atrajo.
-¿Ya escuchaste momo?- decía una gatita blanca con negro.
-Si, lo escuché yingyang, hay un joven que adora a los gatos y no solamente es guapo sino también es adinerado, hay gatos que dicen que se la pasan muy bien en su mansión-contestó la gata blanca.
-¿Deberíamos ir no? Creo que ahora es su día libre y podemos hallarlo de día-dice momo- ¿Sabes donde queda?
-¡Claro que lo sé! ¡sígueme!-dijo y se fue yendo por un callejón.
Felicia decidió seguir a ese par de gatas, así que en el callejón sin que nadie la viera se transformó en una gata negra con ojos azul turquesa, pasó un rato, ya que no es lo mismo andar de día que de noche por las calles y debían fijarse por donde iban, hasta que por fin, llegó a una gran mansión, en efecto, había muchos gatos y estaban maullando al parecer por comida, se acercó para ver si podía ver algo, no sabía siquiera donde estaba aquel hombre ni lo miraba, pero los demás le presionaban mucho el cuerpo y a ratos se encimaban en ella para poder pasar al frente.
-¿Ya escuchaste momo?- decía una gatita blanca con negro.
-Si, lo escuché yingyang, hay un joven que adora a los gatos y no solamente es guapo sino también es adinerado, hay gatos que dicen que se la pasan muy bien en su mansión-contestó la gata blanca.
-¿Deberíamos ir no? Creo que ahora es su día libre y podemos hallarlo de día-dice momo- ¿Sabes donde queda?
-¡Claro que lo sé! ¡sígueme!-dijo y se fue yendo por un callejón.
Felicia decidió seguir a ese par de gatas, así que en el callejón sin que nadie la viera se transformó en una gata negra con ojos azul turquesa, pasó un rato, ya que no es lo mismo andar de día que de noche por las calles y debían fijarse por donde iban, hasta que por fin, llegó a una gran mansión, en efecto, había muchos gatos y estaban maullando al parecer por comida, se acercó para ver si podía ver algo, no sabía siquiera donde estaba aquel hombre ni lo miraba, pero los demás le presionaban mucho el cuerpo y a ratos se encimaban en ella para poder pasar al frente.
Blackcat
SEMI ANIMALES
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Re: Gatos y presentación (priv. Amadeo)
Había recobrado la memoria. Hacía tan sólo unos días que había logrado ser nuevamente el demonio que siempre fui, que jamás dejé de ser, pero con la capacidad de comprender qué había estado haciendo durante los últimos años. Recordaba a mis alumnos, así como a aquellos que me habían vendido sus almas en los últimos meses previos a mi pérdida, y todo gracias al padre de la “criatura” que había osado renegar a un contrato que él sabía la letra pequeña de antemano.
Salía de mis últimas clases. Era viernes. Había finiquitado una última sesión de modelaje con un joven músico, un violonchelista, que acudiría en la jornada del lunes para ser pintado con su instrumento mientras nos deleitaba con su peculiar música. Estaba tras su alma, pero más bien deseaba las almas que atraía. Quería alimentarme de la energía que otros mostraban enfervorecidos cuando este hacía sonar las cuerdas.
Llevaba conmigo mi maletín y algunos bártulos, los cuales acabé dejando en mi vehículo en el parking, justo cuando recordé que tenía algo de pienso para felinos. Pienso húmedo, de buena gama, que mi propio gato, así como algunos que solían visitarme, adoraban. Había adquirido algunos pequeños sacos para los callejeros. ¿Era ilegal? En algunos países sí, pero ellos los sentía como congéneres. ¿Acaso yo no era el león de los infiernos?
Me acomodé la bufanda, tomé los paquetes y cerré el mercedes para ir hacia un callejón cercano al instituto. Ya apenas quedaban rayos de sol. Quería llegar a casa temprano porque necesitaba pintar. No sería una pintura especial, sólo un “desfogue” porque llevaba demasiadas semanas sin tomar un pincel siendo yo mismo.
Nada más llegar a la zona donde acostumbraba a dejar unos cuantos cuencos observé que había un miembro más. Las gatas, porque sobre todo eran las hembras, salieron maullando histéricas. Algunas eran madres o pronto lo serían. Necesitaban estar bien alimentadas para ofrecer leche a sus cachorros. Los machos solían cazar ratas con mayor facilidad, pues no tenían que estar pendientes de las crías. Si bien, algunos también cuidaban a los más pequeños aunque ni siquiera fueran los suyos; pero, por supuesto, eran los menos.
—Yo jamás tendré hijos. Os complicáis la vida—murmuré tras verter el último sobre.
Salía de mis últimas clases. Era viernes. Había finiquitado una última sesión de modelaje con un joven músico, un violonchelista, que acudiría en la jornada del lunes para ser pintado con su instrumento mientras nos deleitaba con su peculiar música. Estaba tras su alma, pero más bien deseaba las almas que atraía. Quería alimentarme de la energía que otros mostraban enfervorecidos cuando este hacía sonar las cuerdas.
Llevaba conmigo mi maletín y algunos bártulos, los cuales acabé dejando en mi vehículo en el parking, justo cuando recordé que tenía algo de pienso para felinos. Pienso húmedo, de buena gama, que mi propio gato, así como algunos que solían visitarme, adoraban. Había adquirido algunos pequeños sacos para los callejeros. ¿Era ilegal? En algunos países sí, pero ellos los sentía como congéneres. ¿Acaso yo no era el león de los infiernos?
Me acomodé la bufanda, tomé los paquetes y cerré el mercedes para ir hacia un callejón cercano al instituto. Ya apenas quedaban rayos de sol. Quería llegar a casa temprano porque necesitaba pintar. No sería una pintura especial, sólo un “desfogue” porque llevaba demasiadas semanas sin tomar un pincel siendo yo mismo.
Nada más llegar a la zona donde acostumbraba a dejar unos cuantos cuencos observé que había un miembro más. Las gatas, porque sobre todo eran las hembras, salieron maullando histéricas. Algunas eran madres o pronto lo serían. Necesitaban estar bien alimentadas para ofrecer leche a sus cachorros. Los machos solían cazar ratas con mayor facilidad, pues no tenían que estar pendientes de las crías. Si bien, algunos también cuidaban a los más pequeños aunque ni siquiera fueran los suyos; pero, por supuesto, eran los menos.
—Yo jamás tendré hijos. Os complicáis la vida—murmuré tras verter el último sobre.

- Carnet de Profesor:
Amadeo Roma
DEMONIO
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Re: Gatos y presentación (priv. Amadeo)
Malvados gatos que me presionaban para poder ir hasta delante, pensaba mientras aún trataba de ver que era lo que pasaba, entonces me percaté del aroma de unas croquetas en muy buen estado, es lógico que se pongan así los gatos callejeros, a veces el conseguir comida es complicado, me acordé de cuando vagaba por años en la calle solo en mi forma de gata, pero ahora que podía transformarme en humana era mas sencillo conseguir la comida mientras tuviera dinero, me aparte del grupo, como recién acababa de comer algo ni necesitaba realmente de alguna comida. La caminada mas bien había estimulado mi estómago, lo normal de un gato sería que fuera por ahí a hacer las necesidades en algún lugar, lo traté, caminé por el jardín, el césped estaba corto y se sentía suave en contacto con mis cojinetes muy agradable para caminar un rato me hizo olvidarme por un momento de mis necesidades fisiológicas y exploré un poco al rededor, tenía esculturas y pequeños arboles que sin duda eran cuidados, caminé un poco mas hasta llegar a un lago, tenía sus plantas flotando y lo que me llamó mas la atención eran esas carpas, había blancas, naranjas, blancas con manchas naranja o rojas, una gran variedad sin duda, entonces brincó una y me salpicó, el susto me hizo moverme pero fui torpe y caí al agua, intentaba nadar, pero era inútil solo estuve en flote unos momentos y lo único que pude decir siendo gata apenas unas palabras que con trabajo se entendían.
-¡Meaaaaaaaaago! ¡Meaaaaaaaaaaaaaaaaago!
Pensé en transformarme en humana pero de nada serviría si era muy profundo el lago, de todos modos no sabía nadar, por más que movía mis patas, no pude mantener mi cabeza al flote hasta que me rendí y mi cuerpo se fue hundiendo, sentía el frío recorriendo mi cuerpo y quizá el rose resbaladizo de los peces, traté de tocarlos quizá con ellos podría impulsarme, pero eran rápidos. Oscuridad, era lo único que podía ver, tenía mucho frío aún hasta que llegue a dejar de sentir cualquier cosa, “mi curiosidad a final de cuentas me mató” fue mi ultimo pensamiento tras recordar el dicho de “la curiosidad mató al gato” vergonzoso era y aún así no había nada que pudiera hacer, caí en un profundo sueño.
Blackcat
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