Cualquier vista delante suya era mejor que la oscuridad tormentosa a la que fue sometido por tantos años, puede que incluso se traten de siglos. Sehnris no era capaz de saber con exactitud el tiempo que pasó, pero aquellas tierras le daban una clara idea de que fueron muchos, más de lo que le hubiera gustado. Camina examinando su entorno. Nota una cantidad de construcciones desmoronadas están siendo comidas por el tiempo, polvorosas y enseñando sus entrañas vacías, no era una imagen que escapara de lo monótono en su vida; el problema eran los detalles en los restos: El tipo de materiales, las imágenes ornamentales en la piedra, la construcción del suelo, la forma del techo, los objetos abandonados en su interior. Le es fácil determinar que ya no esta en su época, sus ojos no exponen rastros de asombro ante eso, solo sigue caminando hacia delante.

—Wow, al parecer mejoraron bastante.

Ciertamente. Sin embargo los signos que quedaron indicaban que no todo fue paz en la ciudad de luz, y entrando en contradicción con aquella vista, no se presentía muerte, ni tampoco se escuchaban lamentos. Todo era inusualmente tranquilo. Divisa una vez más los montones de piedra y entre ellos cree ver algo moviéndose, frena intentando agudizar más la visión. Hierba, simple e insignificante hierba. Todas las preguntas con respecto al lugar fueron saciadas. «Es basura olvidada.» Continua su camino un poco más, sabe que debe cruzar ese cementerio para poder llegar a la verdadera ciudad.

El sonido metálico de sus guanteletes al repiquetear con cada paso se fundía con otros pasos rápidos producidos en un intento por ser sigiloso al atravesar los escombros que tenía a su derecha. Inoportuno el hecho de que aquellas ratas insinuaran que Sehnris era semejante a ellos. La vista del demonio nunca paso a recorrer los vestigios de los edificios por tercera vez, ya era algo innecesario teniendo la respuesta a su presencia; ni tampoco iría por los desconocidos acechadores, otra cosa carente de valor.

Llegado al punto en donde podía notar que más adelante los desechos eran reemplazados por edificaciones erguidas y decentes, decide que es mejor no ser interrumpido. Chasquea los dedos para dar aparición a un demonio de menor rango de tonalidades rojizas, midiendo simplemente Cinco metros dejaba demasiado estupor debido a su aspecto grotesco.

No hacía falta dar ordenes a un ser desquiciado carente de inteligencia, justamente por eso fue que lo escogió. Purgar la zona que dejaba atrás antes de entrar a la siguiente era un buen método para evitar contratiempos vanos. Por otro lado el pequeño demonio alado de tonalidad verde se limitó a observar sin atreverse a poner en duda las decisiones de su invocador.

No tardaron en oírse los gritos de quienes jugaban a las escondidillas. Cada paso del monstruo provocaba que la tierra temblara a su alrededor producto de sus muchos kilos y esto conllevaba a que si en esa parte más recatada del lugar habitaban más personas, las mismas también se sentirían atraídas por el estruendo. Los humanos son seres curiosos por naturaleza, aún sin ser capaces de contener los recursos para enfrentarse al posible problema se atreven a colocar sus cabezas bajo el filo de la guillotina; motivados por sus sentimientos.

Un rugido estridente salió disparado de la boca repugnante de la criatura carmesí. Sus garras estaban ocupadas con la destrucción de lo poco que quedaba para dar con su cena huidiza, su boca ya había probado la carne humana dejando entre sus dientes restos de las vestiduras de los mismos, producto de la oposición que ejercían a quedarse dentro de su mandíbula. Tomarlos y jalarlos para volver a introducirlos era un rápido método que añadía un poco de suavidad a sus cuerpos destrozándole todos los huesos por la fuerza, sin embargo los despojos que generaban eran demasiados; el suelo de tierra, entre sus afilados dientes, en sus garras excesivamente largas y en las babas que escapan de sus fauces se percataban restos humanos.

Al momento de querer retomar su avance una sensación incómodamente familiar lo planto en el sitio evitando tanto aquello como la idea de devolver al demonio al purgatorio. Sehn escucha una voz que consigue resaltar del conjunto de gritos,  no la reconoce pero es alguien dispuesto a enfrentarse al demonio rojo y no simplemente se trata de eso. —Esas alas...— susurra provocando que Chad también levante la mirada en la misma dirección. Podía reconocerlas en cualquier sitio, eran el mayor enemigo de su clan; matarse entre ellos no resultaba una situación sorprendente. Indiferente al enfrentamiento innato, su verdadera intención era tener una charla.

—¿U...Una diosa? —exclama con gran sorpresa—. Estoy seguro que viene por usted, amo —añade sin tener una respuesta del contrario.

El polvo se elevaba bajo los pies de la invocación con cada zarpazo, mezclándose con el aire e interfiriendo sutilmente con la visión con cada pesado paso de la misma. Los rastros de sangre se dispersaban rápidamente al ser arrastrados bajo las suelas de los pobladores, y no tardaban en mostrarse diferentes trozos humanos a su alrededor.

Cada movimiento era observado con detenimiento por el mandamiento de la piedad. Sin inmutarse ante la amenaza de la chica permite que su poder impacte directamente contra su sirviente, a penas nota una zona humeando en el lugar golpeado.

—No me estorbes —advierte al pequeño demonio al mismo tiempo en el que lanza una bola de llamas violáceas dirigidas a la chica con la intención de advertirle de su presencia. No espera ni un segundo para también surcar los cielos con sus alas oscuras. —No esperaba encontrarme a alguien del clan de las diosas tan pronto —comenta con simpleza sin demostrar asombro alguno estando a unos mínimos Cuatro metros de distancia. —¿Cómo quito los efectos del sello? —Ir al grano era algo que su padre le enseñó muy bien, responder lo que le preguntaba, dar respuestas acertadas comentando lo necesario. Lo mismo sucedía con las pregunta, aunque por supuesto que él no podía replicar nada contra el Rey demonio.

Mientras interrogaba, el demonio rojo se dedicaba exclusivamente a tomar un camino diferente, dejar las tierras devastadas en donde estaba su superior para ir por el frágil pueblo conmocionado, de algún modo se podía notar que estaba escapando; cediendo el lugar a su jefe.  

Nunca le gustó emplear esas medidas en situaciones banales. Sehnris siempre repite las mismas palabras: "En cuento a confrontar y erradicar a las demás razas, hagan lo que quieran." No proclama el exterminio, mas tampoco objeta al respecto si sus compañeros se inclinan por ello en situaciones en donde no es una prioridad. Todavía así, no se inmuta. Es más, piensa que podría usarlo en contra de la diosa, mostró gran empeño en proteger el lugar, por lo que destruirlo sería una forma efectiva de obtener las respuestas que busca mediante la presión. Lentamente otra llama comienza a encenderse sobre su palma durante el tiempo en el que detrás suyo las casas comenzaban a padecer bajo las zarpas carmesís de la bestia reproduciendo desesperantes voces atemorizadas; no la dejaría pasar, atacaría antes sin dudarlo.

Las débiles tonalidades naranjas que aún quedaba en el cielo comenzaba a ser tragadas por la denudes de la noche. En pocos minutos las sombras abrazarían todo el lugar haciendo de su compañía algo inexcusable para los mortales abatidos.